Senda 025/23 - 2023-03-19 – JUNCOS, PUERTO, FARO CURRA, CALA CORTINA, CASTILLO DE LA CONCEPCIÓN, JUNCOS, 13,9 Km, 3 horas 45 minutos, +169 m, -147 m.

Día de San José, comida familiar, ¿Dónde vamos?, una corta, a las 12 horas hay que estar en casa. Pues un paseo por la Trimilenaria, al estilo de los que guía nuestra amiga Francis. Así, desde los Juncos nos fuimos a inspeccionar la plaza de Juan XXIII, la que estará lista para Semana Santa, así como la de San Fernando, que en mayo hay elecciones. Pateamos el centro y enganchamos el cantil del puerto para llegar hasta la Pescadería, seguimos hasta la Dársena de Santiago y llegamos hasta el Faro de la Curra, para recorrer los bloques y alcanzar Cala Cortina. Un especie de cónclave allí, un centenar de chicas se relajaban, desconozco el evento. Volvimos sobre nuestros propios pasos, para subir al Castillo de la Concepción, la calle Gisber cerrada a cal y canto, subimos por las escaleras de Carlos III, nos recibió un pavo real y saludamos a los patos. Desde arriba unas vistas de ensueño, mil veces hemos retratado el entorno, pero repetimos. Leímos lo siguiente sobre la Cisterna Romana: “La construcción del teatro romano requirió la realización de toda una serie de estructuras hidráulicas, destinadas a la captación de las aguas de lluvia, las que se emplearían en el mantenimiento del citado teatro. Una de las estructura fue la cisterna de doble cámara, excavada parcialmente en la roca, cuya orientación coincide con el eje longitudinal del referido teatro. Fue construida con muros y bóvedas de mampostería enlucida con una capa de mortero hidráulico. Entre los siglos XVII y XX las ruinas de la cisterna fueron reutilizadas como vivienda, alterándose su configuración inicial mediante la apertura de vanos en sus paredes, la colocación de escalones, pavimentos y tinajeros, o pequeños muros de compartimentación”. Bajamos a la Catedral Vieja por la calle del Osario, de la que leímos y nos documentamos en lo siguiente: “Esta calle es el único testimonio que se conserva del Barrio de Gomera, un antiguo arrabal de la época medieval situado en el extremo occidental del Cerro de la Concepción, que estaba compuesto por calles estrechas con trazados adaptados a las laderas del citado cerro, y que se extendía por el espacio comprendido entre la iglesia y la actual plaza del Ayuntamiento. A finales del siglo XIX comienza un importante proceso de transformación urbana impulsado por las necesidades de expansión y mejora de sus infraestructuras, que en este sector de la ciudad conllevó la demolición del antiguo barrio y el desmonte de sus laderas para construir una amplia calle conocida como Príncipe de Vergara. Tanto el nombre de Huesario con el que se la conocía a mediados del siglo XVIII, como el actual nombre de Osario, los tomaría por la existencia de depósitos con restos óseos procedentes de los enterramientos que se realizaban en el interior de la iglesia. Aunque la calle ha tenido en fechas recientes sucesivas reformas que han suavizado su pendiente, como la realizada tras los bombardeos de la Guerra Cantonal, la de inicios del siglo XX, o la más reciente de Rafael Moneo, continua manteniendo ese carácter sinuoso y empinado que la ha caracterizado desde sus orígenes. Su recorrido se inicia en la Plaza de la Condesa Peralta, discurriendo al pie de las fachadas septentrional y occidental de la iglesia, hasta alcanzar la llamada Puerta del Osario, una de las más antiguas del templo, desde donde se continúa ascendiendo hasta el Parque Cornisa. Durante la subida podemos percibir el papel defensivo desempeñado por el templo entre finales de la edad media y los inicios de la moderna, debido a su posición en uno de los extremos del recinto fortificado de la villa, dominando el área portuaria: anchos parámetros de mampostería y esquinales de sillería con escasos vanos y ventanales que podían cegarse en caso de incursiones de corsarios y piratas y una alta torre que aunaba las funciones de campanario, atalaya de vigilancia y torre defensiva”. Por el centro de la ciudad, donde ya se huele a Semana Santa y por donde desfilaba un tercio de Los Judíos, volvimos a nuestro lugar de partida. Salud.